lunes, junio 05, 2006

El arbol que ..continuacion



Siendo el unico arbol alto en el cerro donde vivimos, se convirtio en el lugar favorito de un sinfin de visitantes alados que venian a beber el agua de las flores, picoteaban las hormiguitas que libaban el nectar o simplemente lo usaban para anunciar los limites de su territorio. Entre estos visitantes se encontraba una pareja de hermosos cardinales, que volvieron por varios años.
Un dia en Diciembre, cuando repentinamente se nublo el cielo y cayo un violento chubasco con fuertes rafagas de viento, nos demostro cuan acertada era su "excentricidad". Con un tremendo estallido se rompio una de las ramas mas gruesas, cargada de flores, cuyas copas se habian llenado de agua. Esto junto con las hojas mojadas y las zarandeadas del viento, fue demasiado para su madera de por si quebradiza y se partio cerca del tronco. ¡Por eso no tiene flores en la temporada de lluvias! ¿Como iba a saber que de repente tambien en secas puede llover? Pero la herida sano pronto y del muñon brotaron nuevas ramas que repusieron con creces lo perdido.
Nos acompaño durante muchos años, nos brindo sombra y lo vimos crecer. Tambien esto lo hacia a su manera muy personal. Cada año se secaban algunas ramas, para dar lugar a nuevos y vigorosos brotes. Pero estas no se caian ya que con sus dedos como garras se sujetaban entre si, entrelazandose y formando una maraña de madera seca en medio del verdor de las hojas. Esto lo aprovecharon unos jicotes grandes, negros y brillantes, para taladrar la madera seca y llegar asi al corazon de la rama que es hueca, rellena de una especie de corcho blando. Era un lugar ideal para poner sus huevos y criar sus hijitos. Todo el dia zumbaban de ida y venida, alimentando a sus crias, y cuando los chicos estaba listos para salir era un espectaculo verlos asomar al agujero, probar sus alas, sentir el aire con sus antenas y ¡ zuuum ! salir disparados!
Un mal dia para ellos los descubrio un pajaro carpintero que tenia su nido cerca y estaba de caceria para su prole. Era fascinante observarlo como localizaba su presa. Picoteaba en la parte baja de la rama, pegaba el oido ahi, corria tronco arriba y picoteaba arriba, escuchaba, bajaba y picaba, y asi arriba - abajo -acorralando al jicote hasta que lo habia arrinconado. Entonces taladraba furiosamente hasta entrar al tunel y salir con uno en su pico. Ya casi tenian el tamaño de los adultos, pero todavia estaban cuiertos de una pelusita dorada y las alas no estaban desarrolladas. Parecia que al pajaro le hubiera crecido un bigote güero. Este salia a toda prisa hacia su nido para regresar a los pocos minutos y seguir con su caceria. Los padres defendian enfurecidos a su cria, zumbaban como pequeños bombarderos en picada alrededor del pajaro, quien habilmente los esquivaba, dando cabezadas a izquierda y derecha. Valientes abejorros, de nada les sirvio, en pocos dias acabo con toda la cria.
Nunca mas volvieron a hacer sus nidos en las ramas secas, que parecian flautas, llenas de agujeros perfecamente circlares. Es triste, pero es la ley de la naturaleza, unos han de morir para que otros puedan vivir.

Durante una tormenta nuestro arbol logro deshacerse de la maraña de ramaje seco y solo quedo un pedazo de tronco muerto parado entre el verdor de las ramas. Un dia volvi a oir el grito penetrante y tipico de un pajaro carpinero y al asomarme lo vi, sentado en el muñon seco, inspeccionandolo por todas partes, dandole picotazos. Por lo visto lo considero perfecto y pronto comenzo a taladrar en el lugar escogido tras v arias pruebas. Esty segura que era el mismo de antes. Siempre que llegaba, y despues de declarar este como SU arbol con su grito fuerte y penetrante, saltaba de rama en rama, picoteando y escuchando, tratando de oir los sonidos delatadores de un jicote moiendose por dentro. Pero solo oyo silencio.
Cuando vimos que estaba haciendo un nido en serio, decidimos hacer algo drastico para protegerlo de nuestros gatos. Rodeamos el tronco del arbol con una ancha banda de lamina galvanizada, como un cuello almidonado, para que las uñas de nuestras fieras no encontraran donde agarrarse. Y tuvimos exito. Ya no se subian al arbol como hacian antes.
Todo el dia trabajaba en la construccion del agujero. Las astillas salian volando alrededor, formando un reguero en el piso. Sacaba el pico lleno de virutas, que parecian bigutes hirsutos alrededor de su cara, soltandolas con una sacudida de su cabeza y volvia a desparecer en el huego que se hacia mas y mas profundo. Cuando considero que su casa habia quedado lista, trajo a su pareja a inspeccionarla y pronto estuvieron "amueblandola" con pelusa de mis perros, pastito seco, petalos de flores y otras cosas suavecitas que encontraron por ahi. Y tuvimos el gusto y privilegio de oir - al principio - y luego ver crecer a los chiquitos. Pronto sacaban la cabecitas - eran tres - gritando de impaciencia mientras su padres se turnaban para traerles de comer. A ratos se quedaba uno de los papas sentado en el orificio del nido, observando, llamando, advirtiendo a otro de no acercarse. Salia volando cuando llegaba la compañera al relevo.
Yo soñaba con el dia de verlos salir a tomar sus primeras lecciones de vuelo. Pero de repente, un dia el nido estaba vacio, todo era silencio, no supimos ni a que horas habian levantado el vuelo. A lo lejos oiamos el llamado fuerte de los padres, llamandolos, animandoloa a lanzarse al vacio y descubrir la delicia de volar.
I

3 Comments:

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