domingo, junio 04, 2006

El arbol que no quiso morir


EL ARBOL QUE NO QUISO MORIR Acapulco 2006


Nacio de un alita de mariposa, o algo parecido.
Dormia en una capsula oscura y seca, forrada por dentro de seda, recostado contra incontables alitas como ella. Esta capsula se encontraba en la punta mas alta de la rama de un hermoso arbol, cuyas flores parecen coronas de fuego.
Llego el momento esperado, sin saber qué esperaban. Repentinamente su racamara se inundo de una luz cegadora y al mismo tiempo vivificadora y supo que habia llegado la hora. Esta luz, que no era otra cosa que los rayos del sol entrando por la capsula abierta, calentaba el alita de mariposa, lo llenaba de una excitacion extraña que la hizo estremecerse. Temblo sobre su lecho de seda y esto basto para que los dedos traviesos y suaves de una calida brisa la levantaran, lanzandola al aire. ¡Que delicia, que alegria! Embriagada de felicidad volaba en circulos y espirales, subia y bajaba con las corrientes del aire, abandonandose al loco juego del viento. Buscaba algo, un lugar oscuro y humedo, grabado en su emoria, en su ser mas recondito, desde tiempos inmemoriales.
Fue una de las pocas alitas en encontrar este lugar en una maceta de mi terraza. Ahi la deposito la brisa, ahi la cobijo la tierra. El alita se fue marchitando, alimentando la semitlla minuscula que llevaba en el centro , hasta que crecio el primer hilo de una raiz. Esta aprendio pronto a absorber los nutrientes necesarios de la tierra. Rapidamente se formaron mas y mas raices y a una de estas, en vez de enterrarse como las demas, se le ocurrio crecer en direccion opuesta. ¡Y de pronto descubrio el milagro del sol y del aire! Necesitaba mas oxigeno y produjo hijtos-hojitas, que junto con las raices alimentaban el arbol naciente y lo hicieron crecer.
Fue entonces cuando lo descubri un buen dia, compartiendo la maceta con un hibiscus que no tenia la menor idea de donde le habia nacido este hijito tan extraño. Crecio hasta convertirse en un retoño bastante fuerte, capaz de sobrevivir solo. Tan bien lo hizo que entro en conflictos territoriales con el hibiscus, disputandole centimetro por centimetro el espacio de la maceta. En este momento decidimos transplantarlo a un lugar donde pudiera crecer a sus anchas. Se defendio con todas sus raices, sujetandose tenazmente a la tierra y hasta la pared de la maceta. Tuve que romper esta para poderlo sacar y separarlo de su anfitrion. ¡Que feliz se puso aquel cuando se encontro en una maceta nueva, mas grand, toda para el solo.
Nuestro arbolito crecio rapidamente, protegido por una valla contra perros y gatos. Es estiraba hacia arriba donde lo llamaban los rayos del sol y pronto se asomo por encima de la terraza, donde habia nacido.
Ya era un arbol joven, hecho y derecho, cuando un limonero vino a disputarle lugar y sol. Pero el arbol curvo su tronco, se arrimo todo lo que pudo a la terraza, lejos del limonero. Este a su vez se inclino hacia el lado opuesto y asi los dos recibian todo el sol y la lluvia que necesitaban. Pronto empezo a darnos sombra donde poner una mesa y sillas para gozar de nuestra hermosa vista sobre la bahia de Acapulco y disfrutar la brisa del mar, ademas de servirnos de biombo contra los vecinos. Y se lleno de hermosas flores, que parecian coronas en llamas.
Era de costumbres exentricas. En verano, durante la epoca de las lluvias, cuando todos los demas arboles estaban en su maximo esplendor, el tiraba las hojas y se quedaba casi desnudo. Se veia tan tetrico, que mi madre cada verano pronosticaba su muerte proxima. Las puntas de sus ramas se curvaban como garras, parecian unos dedos esqueleticos arañando el cielo en un gesto de muda agonia.
Pero apenas se habian acabado las lluvias, se cubria con un denso manto de hojas verdes, relucientes, meciendos en el viento con un alegre susurro. Cerca de Navidad en las puntas de las ramas se comenzaron a formar circulos de botones puntiagudos que crecian rapidamente hasta reventar. Muchos de estos botones caian sin poderse abrir, y era la diversion de todos los niños que nos visitaban, hacerlos reventar con un fuerte pisoton, expulsando un chorrito de agua. Estaban llenos de agua para que en el momento de brotar, los petalos estuvieran humedos y pudieran estirarse sin romperse, cual mariposas que salen de sus crisalidas.
Senatdos en la sombra de nuestro arbol, de repente sentiamos caer gotitas en la cabeza, era el agua que les sobraba al abrirse. Pronto las ramas se doblaban bajo el peso de sus hermosas coronas de fuego.

4 Comments:

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